Seducidos por el culto al demonio

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Fenómeno transversal y penetrante –advierten los investigadores– el satanismo involucra a personas de cualquier estrato social, de familias ateas o religiosas, en ciudades o pequeñas localidades. De ahí la dificultad de detectar, para los padres, si un hijo está enganchado en alguna secta o grupo de este tipo. 

 

 

Existen signos que permiten sospechar la entrada de un joven en entornos satánicos, pero de esos círculos es posible salir; en todo caso, la responsabilidad de los padres de familia es crucial. Es precisamente una de las alertas que recoge un monográfico publicado por la revista italiana «Famiglia Cristiana», cuyas páginas hacen un recorrido por los aspectos médicos y religiosos del fenómeno, aportando además testimonios.

 

Psiquiatra y presidente de la Asociación de Psicólogos y Psiquiatras Católicos, el profesor Tonino Cantelmi reconoce al semanario que: “En una investigación de hace algún tiempo descubrimos que un adolescente de cada diez en Italia corre el riesgo de caer en el fenómeno del satanismo”. En su opinión “es un porcentaje terrible”, pero “aún más dramático es otro dato: un porcentaje enorme de jóvenes entrevistados declaró que si Satanás pudiera darles poder y riqueza no tendrían dificultades en aliarse con él”.

 

El especialista es coautor (con la psicoterapeuta Cristina Cacace), de “El libro negro del satanismo” («Il libro nero del satanismo», Ed. San Paolo), donde no duda en advertir de la invasión de reclamos a la cultura satánica en todo el mundo: en libros, revistas, sitios de Internet o en el cine; por ejemplo, es el caso de los dibujos animados que se remiten explícitamente a la violencia, a la conquista del poder y al dominio sobre los demás.

 

Recalca Cantelmi que el satanismo “no es mera ausencia de valores -si así fuera lo combatiríamos con más facilidad-, sino un contravalor, afirmación del valor moral del mal”. Y advierte de que “la expansión de los grupos satánicos es más bien consecuencia de la falta de valores fuertes que las familias ya no transmiten porque los padres han renunciado a actuar como tales”.

 

Señales y qué hacer

 

Fenómeno transversal y penetrante –advierten los investigadores– el satanismo involucra a personas de cualquier estrato social, de familias ateas o religiosas, en ciudades o pequeñas localidades. De ahí la dificultad de detectar, para los padres, si un hijo está enganchado en alguna secta o grupo de este tipo.

 

Pero “los jóvenes envían oleadas de señales a las familias –precisa el profesor Cantelmi–. Basta con saberlas captar: …cómo se visten, los locales que frecuentan, el hecho de que tiendan a abandonar las antiguas amistades”.

 

Entre los jóvenes más vulnerables se cita a quienes tienen problemas de socialización, a los que no se aceptan y/o viven situaciones conflictivas en la familia. De acuerdo con el especialista, con frecuencia antes que los padres, son los educadores, a menudo los catequistas, quienes perciben el cambio en el comportamiento de un joven y logran intervenir evitando que la situación degenere.

 

El libro del profesor Cantelmi traza algunos síntomas ante los que hay que prestar atención -si bien no significan que necesariamente un joven esté en contextos satánicos-: depresión de improviso, cambios repentinos de humor, agresividad, inquietud, tendencia a la rebelión hostil, incapacidad de concentrarse, desinterés por la escuela, tendencia a la soledad, rechazo excesivo a los valores religiosos de la familia, atracción por lo oculto, magia, rituales, simbolismos, contenidos violentos y sanguinarios.

 

En cualquier caso asegura que de las sectas satánicas se puede salir: “Desearíamos que comprendieran las familias y los educadores que existe una terapia especializada llevada a cabo por figuras específicas de psicoterapeutas, la llamada exit strategy therapy”, apunta.

 

“Los delitos son raros y sólo en poquísimos casos se llega al homicidio”, advierte Cantelmi pero “el verdadero drama -añade- es que se trata de grupos muy fuertes y cohesionados, que llegan a la amenaza y a la agresión; para el joven que quiere salir de ahí, entonces, es muy fácil verse de nuevo absorbido en el torbellino de estos grupos”.

 

“Pero debe saber que, si quiere librarse de la trampa en la que ha caído, puede fiarse plenamente en un apoyo -asegura- en primer lugar psicológico, y después también social y legal, en una red de protección… Debe saber que no está solo y que siempre hay quien puede atenderle”, recalca.

 

La acción de la Iglesia

 

Desde la perspectiva eclesial, frente al fenómeno del satanismo el semanario recoge varias alertas: no negar la existencia de Satanás y su acción, cuyo terreno propicio es el eclipse de la fe en Dios; y recordar que quien reza y vive unido a Él no tiene nada que temer.

 

El cardenal Severino Poletto, mientras fue arzobispo de Turín señalaba que no hay mejor remedio que un buen número de exorcistas. Máxime, comentaba al magazine italiano, cuando “la leyenda urbana que quiere a Turín como uno de los vértices del triángulo mágico-esotérico, junto a Lión y Praga, o, peor, como la capital italiana de las misas negras”.

 

“No tengo ninguna duda de la existencia de Satanás y de su acción en el corazón de las personas para inducirlas al mal. La prudencia que la Iglesia predica y ejerce, al respecto, no hay que entenderla como tácita negación del demonio, que la verdad revelada nos dice que existe”, puntualiza.

 

“El primer discernimiento -agrega el arzobispo ya emérito- se puede hacer perfectamente con el propio párroco, teniendo presente, como dijo un teólogo, que en la mayoría de los casos se tienen más necesidad del confesor que de otra cosa. Será el sacerdote quien dirá si es oportuno dirigirse a un psicólogo, a un psiquiatra o al exorcista”, remarca.

 

El recordado exorcista de la diócesis de Roma, fundador y presidente honorario de la Asociación Internacional de Exorcistas, el padre Gabriel Amorth (QEPD) también denunciaba de forma reiterada que la acción de Satanás está más presente “sobre todo cuando se piensa que no existe”.

 

“Fue Pablo VI, con el discurso del 15 de noviembre de 1972, en una audiencia general del miércoles, quien recordó que quien no cree en el demonio se sitúa fuera de la Iglesia –explicaba el sacerdote a Famiglia Cristiana–. Una vez hablé con Juan Pablo II de los obispos que no creen en el diablo. Y él me respondió tajantemente: quien no cree en el demonio no cree en el Evangelio”.

 

La “presencia palpable de Satanás” se explica actualmente, para el padre Amorth, en que “ha caído la fe y ha aumentado la superstición… Sectas, ocultismo y cartomancia. Para el demonio es un terreno fértil y va directo a él. Pero si uno reza y vive unido a Dios, no tiene nada que temer”, concluye.

 

 

Autor: Zenit.org

Fuente: Famiglia Cristiana